lunes, 17 de octubre de 2016

UN PP SILENTE

Ya le iba tocando al PP. Este PP silente y sinuoso, que espera tranquilo a que los demás le hagan el trabajo. El PP es un fiel reflejo de su líder. Un animal asombroso porque es el único capaz de andar sin moverse. Ahí está, agazapado en la confortable Moncloa. Atento a las jugadas de los demás, y dispuesto a corregir la tendencia a la nerviosa arrogancia de alguno de sus adláteres, muy preocupados con la estabilidad. El PP no tiene prisa; calla y espera. El narcisismo de alguno de los líderes de la izquierda le ha regalado un año extra de mayoría absoluta, y encima le ha reforzado en su posición hegemónica en el espacio político español. De 24 millones de votos, suyos son casi 8 millones. Le saca 3 millones a PSOE y Podemos. Poca broma con estos datos. La izquierda, plural, siempre plural, sigue empeñada en el mensaje de que ellos suman 10 millones. Pero esta afirmación es falaz, porque la izquierda socialista poco tiene que ver con la anarcomarxista de los podemitas. De hecho, al votante de Podemos no le gusta el PSOE, al que fustiga sin piedad (corrupción, abuso de cal viva…). Y al votante del PSOE le gusta aún menos Podemos. Liquidado definitivamente el PCE-IU en España (a salvo los resistente asturianos, y por la cuenta que les trae más le conviene que nadie adelante aquí elecciones), la histórica y endémica división en la izquierda revalida su vigencia con un Podemos que amaga, pero que nunca tirará a puerta. El PSOE tendrá que elegir entre su votante, que asume la victoria electoral del PP y cree que ahora toca hacer oposición de la buena; o su militancia, que con tal de dejar ciego al PP es capaz de sacarse un ojo e incluso los dos. Pero el caso es que el PP no se va a quedar ciego. Muy probablemente mantenga sus dos ojos bien sanos a la tercera, que será la vencida; y sea el PSOE el que pierda la vista, porque no hay dos sin tres.

 El PP, como buen partido de derechas, se limita a gestionar la coyuntura. No hay grandes postulados programáticos, y lo cifra todo en la recuperación económica. Si le va bien a España, le va bien al PP. El tiempo juega a su favor. Además, ya lo ha hecho todo. Le ha dado la vuelta al país como a un calcetín alzado en su mayoría absoluta a golpe de Decreto-Ley y Leyes Orgánicas. Como los de Podemos no saben Derecho, ni les interesa, no se han dado cuenta de que no hay mayoría parlamentaria suficiente para derogar tanta reforma. El PP ya ha hecho lo que quería hacer, y ahora se limitará a seguir en la Moncloa gestionando el día-día y consolidando su modelo de nación. Mientras tanto, la izquierda deshojando la margarita de la pureza ideológica. Si los casos de corrupción que asolan al PP, que son muchos y terribles, no han hecho mella, no lo van a hacer ahora. Si la indolencia de Rajoy, la arrogancia de Soraya, y la soberbia de Montoro (que ha conseguido dos cosas a la vez aparentemente contradictorias: una Hacienda Pública impune, todopoderosa e insaciable con la clase media; y una deferencia escandalosa con la minoría que se sale de la tabla Forbes) no han conseguido debilitarlo, no lo va a hacer una izquierda zozobrante, dividida, enfrentada y desorientada. El tremendismo no ha calado en el votante, y uno no gana elecciones con la militancia. Eso lo entendió el PP hace tiempo. Y ahí siguen. Sólo necesitan que los demás lo sigan haciendo fatal (ya lo dijo Burke hablando de los malos).
(PUBLICADO EN EL COMERCIA DEL 16 DE OCTUBRE DE 2016)

lunes, 10 de octubre de 2016

LA POLITICA COMO MERCADOTECNIA

LA POLÍTICA COMO MERCADOTECNIA
He seguido con atención la polémica twitera entre Iglesias y Errejón. La verdad es que hay que tener mucha capacidad de síntesis para resumir en 140 caracteres un debate que quiere ser de altos vuelos. ¿Dónde quedó aquella época en la que los debates y discrepancias se plasmaban en sesudos libros? Ahora, en esta edad de prisas y urgencias,  las luchas por el poder o las crisis de identidad ideológica tienen que caber en frase  y media. Es como si Kautsky y Bernstein hubieran ventilado las suyas a golpe de telegrama.
Todo ello vine al caso porque tengo la sospecha de que la tensión entre el utópico Iglesias y el posibilista Errejón no es más que una gran impostura. Me resisto a creer que estos dos, que listos son, y que su entorno, que no lo es menos, se hayan dejado llevar por el ardor de la disputa, y aireado espontáneamente en twitter sus tensiones. Más insólito me parece que los menos listos del partido crean que en realidad el cruce de reproches y desacuerdos es a cuenta y tiene por destinatario al PSOE (¿¿??!!!). Va a ser que todo es una gran escenificación para luego afirmar borrachos de superioridad moral que ellos son la repera, los más transparentes y honestos (y de paso, los que más ligan) porque no esconden sus diferencias. La estrategia puede ser esta. Represento en las redes un episodio de supuesta crisis interna, que finalmente se resolverá incruentamente (o cruentamente, porque puede ser la excusa para detectar traidores a las esencias y desafectos al líder supremo para cortarles la cabeza), para salir públicamente fortalecido por el robusto debate interno en prueba de nuestra superioridad ética y moral soportado por una transparencia a prueba de incrédulos…. Y además doy qué hablar, porque como no tenga nada que decir, he perdido presencia mediática y vivo de ella. Sin medios, no podemos. Es que no me puedo creer que en realidad esas tensiones existan, y que reproduzcan el mismo debate que a finales del Siglo XIX mantuvieron dos padres de la socialdemocracia, el marxista Kautsky y el revisionista Bernstein. Un debate entre el utopismo revolucionario que cree que todos estamos equivocados y que la única manera de emancipar y liberar a esta sociedad de sus lacras, alienada por el Ibex 35, es mediante la revolución permanente, o intermitente, que eso depende del día y las ganas; y el realismo posibilista de quien cree que el cambio de la sociedad no está en la radicalidad transformadora de cada persona, aunque ésta no quiera y quiera vivir toda la vida equivocado, sino en la progresiva redefinición de las estructuras sociales para que cada uno viva como quiera, pero teniendo aseguradas las condiciones básicas que le permitan hacerlo con dignidad. O sea, Gramsci y sus tribulaciones.

No descarto que en Podemos, en su élite dirigente (porque en esto son leninistas posmodernos que se saben bien la lección de la vanguardia revolucionaria), en efecto exista una larvada tensión entre utopía y realidad. Pero de este partido nada me extraña, desde el momento que tratan de conciliar a marxistas ortodoxos con ecologistas bien pensantes, a anarcosindicalistas con socialdemócratas defraudados, o más simplemente, a cabreados por todo y con todos, con “gente” que simplemente quiere un país decente. Este es el signo de Podemos, ser un partido sin ideología, ya que no les hace falta porque el primer paso de toda revolución es hacerse con el poder, y luego ya veremos. 
(PUBLICADO EN EL COMERCIO EL 2 DE OCTUBRE DE 2016)

EL PSOE ANTE EL ABISMO

Estoy convencido que la alarma saltó no con las declaraciones de Felipe González en la Ser, sino con la retirada del apoyo que Podemos prestaba a Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha. Ahí todo el mundo se puso nervioso porque el empecinamiento de Pedro Sánchez con el no, e intentar una opción alternativa a Rajoy, acababa de provocar la primera crisis de gobierno autonómico. Estoy había que pararlo como fuese, y así se lío la que se lío. ¡Qué listos son los chicos de Podemos! Su estrategia era sibilina porque primero escenifican una supuesta crisis interna entre, luego dicen que en realidad el lío viene a cuenta del PSOE, y al final empiezan a cuestionar sus apoyos en comunidades autónomas y ayuntamientos. Consecuencia: el PSOE pica y entre en barrena. Mientras, Arriola frotándose las manos porque la suya, su estrategia de disolución de la izquierda, va por el manual. Primero inventa a Podemos, consigue implosionar a la izquierda con un partido que es pura mercadotecnia, liquida a IU en seis meses, y ahora está a punto de arrasar al PSOE. El propósito es claro, el PP prefiere en su segunda mandato a Podemos como líder de la oposición porque sabe que será incapaz de desmontar todo lo que ha montado con su mayoría absoluta en el primer mandato Pero esta estrategia es sumamente peligrosa porque el reinado de Mariano concluiría tarde o temprano, y el centro izquierda será un desierto abarrotado de abstención y radicalidad.
Lo del PSOE se veía venir. La élite que construyó al PSOE socialdemócrata-liberal de los ochenta y noventa necesitaba erigir un gran y férreo aparato encargado de llegar a todos lados y asegurar la fortaleza de un partido de centro izquierda frente a una derecha aún por construir. Pero tan fuerte se hizo el aparato, tanta necesidad hubo de formar cuadros rápido a cualquier precio, que ese mismo aparato fagocitó al partido y se creyó con el legítimo derecho a ser él quien dirigiese la organización. La consecuencia ha sido que el partido ya no tiene élites intelectuales que le orienten y dirijan, y se ha transformado en un mecanismo para mantener en el poder a los que aún lo conservan,  y así dar trabajo a cientos de aparatistas que de otro modo no tienen a donde ir. Primero Zapatero y ahora Sánchez, ambos son un ejemplo claro de este proceso que ha terminado por llevar al PSOE a una lucha intestina a muerte. Una lucha que será cruenta porque el conflicto es entre personas y no entre tendencias e ideas. Y esas guerras tienen muertos, duelos y rencores que nunca restañan. Mal asunto.

Y ahora le toca a Javier Fernández enfrentarse a la hercúlea tarea de resolver el entuerto. Primero ver qué hacen con el gobierno de España, y luego ver qué se hace con el PSOE (o viceversa). Y mientras todos los mensajes tergiversados porque la abstención a Rajoy no es pactar con él, sino de ganar el tiempo necesario para poder rearmarse ante el electorado haciendo oposición de la buena. Pero también es verdad que Rajoy no necesariamente depende de la abstención del PSOE porque puede formar mayoría absoluta con Cs, Coalición Canaria y PNV. Pero sea como fuere la pelota la tiene el PSOE en su tejado y no me extrañaría que Arriola aconseje a Rajoy unas terceras elecciones para liquidar definitivamente al PSOE.  Para terminar de liarla, Sánchez se presentará a unas primarias que puede ganar porque goza de la simpatía de la militancia. Si es así, simplemente, es el final del PSOE porque la ruptura terminará por ser inevitable. Al final Iglesias va a tener razón y ellos serán los únicos socialdemócratas.
(PUBLICADO EN EL COMERCIO EL 5 DE OCTUBRE DE 2016)