sábado, 16 de julio de 2016

EL SORPASSO PASMADO

No es nada frecuente escuchar a los líderes de un partido entonando el salmo de la autocrítica. Bien se ve que la vanguardia revolucionaria de Podemos la forman élites universitarias muy entrenadas en el ejercicio de la revisión. No me extraña por tanto que tras el fracaso del sorpasso de las elecciones de junio Podemos se suma en un período de introspección. Y me han llamado poderosamente la atención dos de sus reflexiones: que quizá haya llegado la hora de transformarse en un partido político “normal”, y el recurso al voto del miedo.
Es obvio que no me leerán (¿quién me lee?), pero si lo hicieran yo les diría un par de cosas. El sorpasso ha fracasado, sí, porque no han conseguido ser el partido hegemónico a la izquierda y no veo yo que les funcione la tesis de la confluencia de izquierda para ganar a una derecha homogénea y sin fisuras. El voto de derecha va a uno y el de izquierda se divide en dos. Pero el fracaso es relativo porque es más que meritorio meter de una tacada setenta y uno diputados para un partido novel. Podemos y Ciudadanos han colado cien en estas elecciones a doble vuelta. No está mal. Otra cosa es que Podemos no haya logrado asaltar los cielos barriendo al PSOE tras anular a IU y no haya logrado el gobierno. Supongo que cuando dicen que acaso toque ser “normales” lo que quieren decir es que lo de llegar al poder va para largo. Imagino también que se han dado cuenta de que esto de los círculos, dar la teta en el Congreso, querer criar a los hijos en tribu, que los reyes magos sean reinas magas y no ponerse una corbata, pasa factura.
En efecto, y enlazo con la segunda idea crítica. Podemos da miedo. Mejor dicho, la tropa que tiene Podemos en los círculos da miedo. No es que Podemos haya sido víctima del mensaje del miedo lanzado por el PP al grito rancio y casposo de que viene los comunistas. No, el problema es que sus filas están llenas de gente más preocupada en ajustar cuentas con lo que a su entender son la casta (o sea, usted y yo), que en gobernar el país; más preocupados en purgas que en resolver los problemas de todos; y rezumando el rencor de clase propio del borracho de verdad y razón. Podemos será “normal” cuando agente como usted y yo no nos sintamos amenazados. Es curioso que han sido víctimas de su propia lógica; no nos representan. Podemos tiene un problema serio de mensaje y de formas. De mensaje porque reducen su programa político a redimir y liberar a los desheredados de la tierra, y el asunto es que, por mucho que les pese, la mayoría de los españoles no son ni se sienten desheredados ni tienen que ajustarles las cuentas a nadie, a pesar de que les indigne la corrupción o el desdén hacia los que lo pasan mal. Hasta que no conecten justo con la “casta”, esa clase media y centrada que tira del país, no romperán su techo electoral de setenta diputados. De formas, porque la agresividad y violencia verbal de sus filas ahuyenta a la gente sensata que podría compartir buena parte de su programa. El miedo lo generan ellos mismos porque actúan como fiscales de un comité de salud pública jacobino. Así nunca ganarán las elecciones, porque son más un sindicato de clase que un partido político.