No me gusta ser agorero, pero ya
se lo había dicho yo a ustedes en diciembre. Al final íbamos a dar un enorme
rodeo para acabar en el mismo lugar, gobernando el PP. Y así lo creo tras estos
resultados electorales en los que la única duda era saber si el voto de
izquierda se iba a polarizar en Podemos o en el PSOE. Este país siempre ha
avanzado por rotación, y el espejismo inducido por su huida hacia delante de Sánchez
ha provocado lo que se nos antojaba inevitable, a pesar de las convulsiones y
la miopía mediática (en muchos casos deliberadamente provocada). Erré creyendo
que esa polarización beneficiaría a Podemos. Y ya ven. No ha sido así.
Podemos, la eterna excusa. Les
confesaré que estaba muy preocupado por el ascenso de Podemos. Se habían hecho
dueños del lenguaje político, que manipulaban a sus anchas con el beneplácito
de unos medios que en todo momento han hecho de caja de resonancia de un partido
tecno-leninista 2.0. Un partido que ha dado voz al revanchismo y resentimiento
social de los que se creen excluidos por la historia y por una sociedad en la
que no encajan, y de hacer creer a muchos que también forman parte de un
imaginario de excluidos al grito de que se necesita un cambio (¿qué cambio?).
Lo cierto es que viven en una excusa permanente, porque nunca les salen las
cosas como planean. Las palabras de Errejón lo dejaban claro. Un fracaso más,
pero por culpa de la “gente” que aún no está madura para comprender lo que le
conviene. Pobre España, porque no sabe lo que hace. Ellos sí lo saben; aunque
nunca se les entienda. En fin, leninismo pardo de toda la vida. Podemos vive en
la permanente excusa, y ahora parece haber tocado su techo electoral. La suma
con IU al final no ha sido un dos más dos igual a cuatro, y sigue sin conectar
con la izquierda moderada y tranquila a la que no le termina de gustar el
mesianismo adanista podemita. La cuestión es saber si se les está terminando la
cuerda después de tanto fracaso. No olviden que son herederos de quienes creían
que había que ir de triunfo en triunfo hasta la derrota final (y de hecho han
culminado esa meta en estas elecciones).
El PSOE, a ras de suelo. El PSOE
parece haber confundido el alivio por el trompazo del “sorpasso”, con el
triunfo. Todavía no sé de qué se alegran. En otros tiempos, donde los líderes
del PSOE eran paisanos, se hubiera presentado la dimisión ya mismo por
conseguir en dos ocasiones consecutivas el peor de los resultados del PSOE en
su historia desde 1978. Pero no parece que este sea el plan de los nuevos
cachorros de Ferraz. De un tiempo para esta parte el PSOE ya no tiene discurso
y tiene que recurrir a las caras a falta de ideas. Y una vez más el
escaparatismo no ha funcionado. Su dilema en este momento es colosal, a falta
de dignas dimisiones. Imagino que el líder seguirá agarrado al espejismo de un
posible gobierno de la mano de Podemos, PNV y la abstención de ERC, Bildu y
CdC. Hombre, sumar suman, aunque necesitan alguna que otra abstención. La
cuestión es si esto es reamente posible, y si, siendo posible, le renta
políticamente al PSOE. En ese escenario sumarían 161 votos, pero el voto en
contra de PP y Cs frustraría esa posibilidad ya que suman 169; y se me hace
difícil que ERC, Bildu y CdC sumen sus votos a la coalición de izquierdas. En
ese caso Sánchez saldría presidente en segunda vuelta, pero a un precio que
permitiría formar un gobierno para una legislatura ingobernable donde el PP y
Cs en la oposición ganarían enteros ante la paralización de un gobierno
imposible. La opción sensata y prudente para el PSOE sería dejar gobernar al
partido más votado, desechar la tentación de un gobierno imposible, y mantener
su coherencia votando en contra de Rajoy en primera y absteniéndose en segunda
votación arrancádole unos cuantos acuerdos de legislatura. De eta manera el
PSOE ocuparía y lideraría el espacio de la oposición, arrinconando a PODEMOS a
un segundo plano, rentabilizaría el trabajo de cuatro años poniendo brida al Gobierno,
capitalizando su desgaste. El PSOE debería tener el coraje de pensar a largo,
ya llegará su momento, ahora toca dejar gobernar y centrarse en seguir
desinflando a Podemos.
Cs, a su sitio. Su resultado marca
probablemente su espacio electoral real. Los 40 diputados de 2015 eran un
triunfo colosal, como lo eran los 69 de Podemos. Nunca ninguna formación de
nuevo cuño había obtenido una entrada así en su primera cita electoral. Podemos
aupado en el cansancio y la indignación, y Cs en el hartazgo de un centro cada
vez más amplio y con ganas de que el país funciones. Este mensaje fresco y ajeno
a lo ideológico había conseguido atraer a un votante del PP no militante y
enfadado con su corrupción grosera y con el tancredismo de un presidente
haciendo de gallego en la Moncloa. Pero los hijos pródigos del PP han vuelto a
casa temerosos de un nuevo pacto a locas y a tontas. Al final cada cosa en su
sitio, y seguramente Cs se ha quedado, no con su suelo electoral, pero sin con
un resultado más que razonable que les sigue haciendo imprescindibles. No
parece que se apunten a una nueva aventura a la andaluza pactando otra vez con
Sánchez, y lo más probable es que se dejen querer por el PP para terminar con
una digna abstención en segunda vuelta bajo la consigna: dejemos gobernar al
partido más votado.
PP, la victoria del paciente. El
PP ha jugado sus cartas y le ha salido bien la jugada. Las segunda vueltas
polarizan el voto (recuerden que ya se lo había dicho) y forzando esta situación
buscaron una segunda oportunidad que llegó en la forma de unos sorprendentes
137 escaños. Un poco de regreso de sus votantes descarriados en Cs, el Brexit
que ha tenido un inesperado efecto en el electorado que ha optado por lo
conocido ante la incertidumbre, y otro poco de razonable participación que ha
llevado a las urnas a ese voto de la derecha siempre callado y silencioso, le
ha dado un resultado suficientemente bueno como para esgrimir su condición de
indiscutible ganador de las elecciones (otra vez) y partido merecedor del
gobierno. El órdago está camino de triunfar. La estrategia de aguantar y vamos
a la segunda vuelta les ha colocado en una posición privilegiada y, encima, han
borrado del mapa a IU, desgastado a Podemos en su frustrante no llegar,
debilitan a Cs, y al PSOE le colocan en una situación sumamente incómoda y
abocado a un desgarro interno dramático.
Así las cosas, no digan que no se
lo advertí, cambiarlo todo con un gran rodeo para acabar donde estábamos.