lunes, 27 de junio de 2016

DEL SORPASSO A LA SORPRESA

No me gusta ser agorero, pero ya se lo había dicho yo a ustedes en diciembre. Al final íbamos a dar un enorme rodeo para acabar en el mismo lugar, gobernando el PP. Y así lo creo tras estos resultados electorales en los que la única duda era saber si el voto de izquierda se iba a polarizar en Podemos o en el PSOE. Este país siempre ha avanzado por rotación, y el espejismo inducido por su huida hacia delante de Sánchez ha provocado lo que se nos antojaba inevitable, a pesar de las convulsiones y la miopía mediática (en muchos casos deliberadamente provocada). Erré creyendo que esa polarización beneficiaría a Podemos. Y ya ven. No ha sido así.
Podemos, la eterna excusa. Les confesaré que estaba muy preocupado por el ascenso de Podemos. Se habían hecho dueños del lenguaje político, que manipulaban a sus anchas con el beneplácito de unos medios que en todo momento han hecho de caja de resonancia de un partido tecno-leninista 2.0. Un partido que ha dado voz al revanchismo y resentimiento social de los que se creen excluidos por la historia y por una sociedad en la que no encajan, y de hacer creer a muchos que también forman parte de un imaginario de excluidos al grito de que se necesita un cambio (¿qué cambio?). Lo cierto es que viven en una excusa permanente, porque nunca les salen las cosas como planean. Las palabras de Errejón lo dejaban claro. Un fracaso más, pero por culpa de la “gente” que aún no está madura para comprender lo que le conviene. Pobre España, porque no sabe lo que hace. Ellos sí lo saben; aunque nunca se les entienda. En fin, leninismo pardo de toda la vida. Podemos vive en la permanente excusa, y ahora parece haber tocado su techo electoral. La suma con IU al final no ha sido un dos más dos igual a cuatro, y sigue sin conectar con la izquierda moderada y tranquila a la que no le termina de gustar el mesianismo adanista podemita. La cuestión es saber si se les está terminando la cuerda después de tanto fracaso. No olviden que son herederos de quienes creían que había que ir de triunfo en triunfo hasta la derrota final (y de hecho han culminado esa meta en estas elecciones).
El PSOE, a ras de suelo. El PSOE parece haber confundido el alivio por el trompazo del “sorpasso”, con el triunfo. Todavía no sé de qué se alegran. En otros tiempos, donde los líderes del PSOE eran paisanos, se hubiera presentado la dimisión ya mismo por conseguir en dos ocasiones consecutivas el peor de los resultados del PSOE en su historia desde 1978. Pero no parece que este sea el plan de los nuevos cachorros de Ferraz. De un tiempo para esta parte el PSOE ya no tiene discurso y tiene que recurrir a las caras a falta de ideas. Y una vez más el escaparatismo no ha funcionado. Su dilema en este momento es colosal, a falta de dignas dimisiones. Imagino que el líder seguirá agarrado al espejismo de un posible gobierno de la mano de Podemos, PNV y la abstención de ERC, Bildu y CdC. Hombre, sumar suman, aunque necesitan alguna que otra abstención. La cuestión es si esto es reamente posible, y si, siendo posible, le renta políticamente al PSOE. En ese escenario sumarían 161 votos, pero el voto en contra de PP y Cs frustraría esa posibilidad ya que suman 169; y se me hace difícil que ERC, Bildu y CdC sumen sus votos a la coalición de izquierdas. En ese caso Sánchez saldría presidente en segunda vuelta, pero a un precio que permitiría formar un gobierno para una legislatura ingobernable donde el PP y Cs en la oposición ganarían enteros ante la paralización de un gobierno imposible. La opción sensata y prudente para el PSOE sería dejar gobernar al partido más votado, desechar la tentación de un gobierno imposible, y mantener su coherencia votando en contra de Rajoy en primera y absteniéndose en segunda votación arrancádole unos cuantos acuerdos de legislatura. De eta manera el PSOE ocuparía y lideraría el espacio de la oposición, arrinconando a PODEMOS a un segundo plano, rentabilizaría el trabajo de cuatro años poniendo brida al Gobierno, capitalizando su desgaste. El PSOE debería tener el coraje de pensar a largo, ya llegará su momento, ahora toca dejar gobernar y centrarse en seguir desinflando a Podemos.
 Cs, a su sitio. Su resultado marca probablemente su espacio electoral real. Los 40 diputados de 2015 eran un triunfo colosal, como lo eran los 69 de Podemos. Nunca ninguna formación de nuevo cuño había obtenido una entrada así en su primera cita electoral. Podemos aupado en el cansancio y la indignación, y Cs en el hartazgo de un centro cada vez más amplio y con ganas de que el país funciones. Este mensaje fresco y ajeno a lo ideológico había conseguido atraer a un votante del PP no militante y enfadado con su corrupción grosera y con el tancredismo de un presidente haciendo de gallego en la Moncloa. Pero los hijos pródigos del PP han vuelto a casa temerosos de un nuevo pacto a locas y a tontas. Al final cada cosa en su sitio, y seguramente Cs se ha quedado, no con su suelo electoral, pero sin con un resultado más que razonable que les sigue haciendo imprescindibles. No parece que se apunten a una nueva aventura a la andaluza pactando otra vez con Sánchez, y lo más probable es que se dejen querer por el PP para terminar con una digna abstención en segunda vuelta bajo la consigna: dejemos gobernar al partido más votado.
PP, la victoria del paciente. El PP ha jugado sus cartas y le ha salido bien la jugada. Las segunda vueltas polarizan el voto (recuerden que ya se lo había dicho) y forzando esta situación buscaron una segunda oportunidad que llegó en la forma de unos sorprendentes 137 escaños. Un poco de regreso de sus votantes descarriados en Cs, el Brexit que ha tenido un inesperado efecto en el electorado que ha optado por lo conocido ante la incertidumbre, y otro poco de razonable participación que ha llevado a las urnas a ese voto de la derecha siempre callado y silencioso, le ha dado un resultado suficientemente bueno como para esgrimir su condición de indiscutible ganador de las elecciones (otra vez) y partido merecedor del gobierno. El órdago está camino de triunfar. La estrategia de aguantar y vamos a la segunda vuelta les ha colocado en una posición privilegiada y, encima, han borrado del mapa a IU, desgastado a Podemos en su frustrante no llegar, debilitan a Cs, y al PSOE le colocan en una situación sumamente incómoda y abocado a un desgarro interno dramático.

Así las cosas, no digan que no se lo advertí, cambiarlo todo con un gran rodeo para acabar donde estábamos.   

AVANZAR POR ROTACION

Una de las tradiciones de este país es avanzar por rotación. Justo eso es lo que acabamos de hacer, porque al final nos hemos metido en este lío de repetir elecciones para acabar como estábamos… o casi. El PP ha vuelto a ganar, y esta vez de forma clara e indiscutible. Lo ha hecho a costa de Cs y del PSOE, porque los hijos pródigos han vuelto a la casa del padre, y el Brexit quizá haya provocado que el indeciso haya votado lo seguro, porque más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Ahora, desde luego, la gran perdedora de los comicios ha sido IU. Cierto que se arrastraba agonizante en cada cita electoral. Pero no lo era menos que ahí seguía, concitando el voto de la izquierda más ortodoxa y aguantando año tras año, ocupando un espacio político y mediático respetuoso con su historia. Hoy, IU es un cadáver que Podemos ha terminado por enterrar.
El PP lanzó un órdago en diciembre forzando una segunda vuelta. Confiaba en que la lógica electoral no les fallase y que en esa segunda vuelta el voto se polarizase de manera que ganaría votos, aún a riesgo de que también lo hiciese Podemos. El PP lo consiguió, absorbiendo el voto de derecha y centro derecha. Podemos no tanto. Porque todo parecía hacer pensar que Podemos iba a ser el otro beneficiario de la polarización. Y quizá lo hubiese sido si hubiese moderado su discurso, si no se hubiese empeñado en fagocitar a IU, si hubiese conseguido conectar con ese votante no ideológico que simpatiza con las causas sociales y está harto de la grosera corrupción de la “casta”, pero que desea un cambio tranquilo y no una revolución permanente. En realidad Podemos ha tocado su techo electoral porque al final ni este país está colapsado, ni todo el mundo se siente excluido, ni viven en la emergencia. En definitiva, ha cosechado lo que ha sembrado. Es que tampoco nos representa a la mayoría de la “gente”. Quizá eso explique que el PSOE no se haya derrumbado tanto y se mantenga ahí. Sin duda el Brexit, cierta cordura utilitarista y pragmática y la experiencia en el poder de lo podemitas ha permitido que el voto de izquierdas, huérfanos de una IU, se haya ido al PSOE amortiguando la caída. Podemos y Garzón no hicieron bien las cuentas, en su caso, el 1 más 1 no sumó dos. Pero el PSOE va a tener que mirárselo. Me resulta insólito que Sánchez no dimita tras dos fracasos tan severos. Pero más insólito me parecería que en este escenario se empeñase en liderar un gobierno sujetado por un Podemos que aspira también a fagocitarlo, y unos socios tan dudosos como CdC, ERC o Bildu. Esa aventura terminaría con él y con el PSOE como partido sólido y de gobierno (y no de poder como podemos). Lo prudente acaso fuese dejar gobernar al partido más votado con una elegante abstención en segunda vuelta, y asumir con fuerza su papel de partido líder de la oposición para capitalizar el desgaste del PP en el gobierno y arrinconar a Podemos en el espacio que antes ocupaba IU. Pero qué va a saber este pobre profesor periférico. Cs ha acusado la deserción del votante circunstancial. De ese votante de centro, que ni es de derechas ni de izquierdas, y que no ha visto bien ni ha comprendido el coqueteo anterior con el PSOE, y que estaba harto de la corrupción de los dos grandes. Pero no era momento de aventuras y el voto útil y a ganador les ha devuelto a casa.

Al final la polarización nos ha llevado otra vez al bipartidismo, atenuado y frágil, pero bipartidismo a fin de cuentas. La cuestión es saber si nos lo ha devuelto con la suficiente fuerza como para formar un gobierno. Lo probable es que esta vez Rajoy sí se lance al ruedo con la abstención de CS y PSOE. En fin, un largo rodeo para acabar donde estábamos. Pero con una gran diferencia, porque ahora el PP ha salido reforzado, el PSOE se ha debilitado aún más, y Podemos y Cs se mantienen. Para el PSOE hubiese sido mejor el escenario de diciembre, como también para Cs. Pero quisieron jugar de farol, y la cosa no salió. Aquí sólo queda esperar, porque el gobierno tardará en alumbrarse y el verano será largo y pródigo en maquiavelismos de salón. Entretanto, la casa sin barrer.